lunes, 31 de diciembre de 2007

El niño y la planta carnívora



Primero, vio acercarse una mosca. ¡Clap! Las cejas se arquearon sorprendidas. Al rato, una mariposa. ¡Clap! El ceño se frunció con curiosidad. Más tarde, subió incauta una oruga. ¡Clap! Ahora la sonrisa revelaba cierto morbo. Absorto, no se percató de que su nariz ya casi la rozaba.


Soslayos



Extraña estrella es amar
cuando se hace desde el borde,
cuando se oxida el aliento
detrás de las miradas.


¿Dejarán nuestros caminos,
algún día,
las sendas paralelas?


No es el tiempo un aliado
para el amor oblicuo.


Quisiera quebrar el cristal
que separa nuestros labios,
que las palabras huyan
y sólo nuestras pieles
nos mencionen.


Quisiera, oh, si pudiera…
atornillarme a tu cuerpo,
asfixiarnos de amor,
de deseo primario.


Y en la mañana,
abrocharnos el recuerdo
entre las costillas,
para no pensar
que vivir es lo otro.


domingo, 30 de diciembre de 2007

Con certeza, certero



Cuando Tell acertó, el pueblo entero prorrumpió en una ovación que hizo que el gobernador de Altdorf se removiera en su asiento. Eso no era bueno, nada bueno. Levantó una mano para ordenar silencio:


—Wilhem Tell, buen ballestero eres. Demuestra que en vez de bueno eres el mejor. ¡Vendadle los ojos!


La segunda manzana saltó de la cabeza del hijo de Tell destrozada por otra certera flecha. El gobernador, rojo de ira, gritó trampa, gritó engaño, gritó venda movida, gritó sacadle los ojos a ver si la gracia divina guía su ballesta entonces.


Después de cumplida la orden, una tercera flecha voló silbando libertad por el aire y, esta vez, la manzana se mantuvo intacta.


—¡Ha fallado! —dijo el gentío.


—Tal vez —dijo Tell.


La garganta atravesada del gobernador no dijo nada.


Remanso



Adormecido está el silencio,
acurrucado en el albero de tus pechos,
calor pálido, hogar,
tu desnudez mi ajuar,
mi vestido para el sueño.


El instante inalterado.


Como ese deje de luz en el ocaso
donde los amantes claudican a la piel.
Como la paz de los mármoles,
el roce secular de la hiedra
enamorando al muro.
Como el pedazo de aire
que dibuja una boca entre tus labios
y el pedazo de aire
donde se vencen las miradas.
Como cuando tú o cuando yo,
así como cuando nosotros.


Este delta de abandono compartido
e ivernada pesadez en el impulso,
tiene rumores de agua,
de río manso y entregado.
Muy lejos queda la espina,
el suicidio de vivir, la herida,
la algarabía de los cuervos,
el metálico quejido
de los sables desenvainados.


Aquí me quedo, sí.
Descubriendo tus latidos de algodón.


sábado, 29 de diciembre de 2007

Círculo



Y al final de los tiempos, el hombre hizo a Dios.


viernes, 28 de diciembre de 2007

Bruma existencial



Hoy hay un qué sé yo que me apelmaza el alma,
una sombra urticaria,
un clavo oxidando el aire.
Suena el corazón con un ritmo funerario y la zozobra
dibuja un ademán siniestro.

¿Qué será ese qué sé yo que no lo abarco?
¿Será soledad, será desidia?

O tal vez sea sólo el tiempo
moviendo el ajedrez del mundo,
el tiempo murmurando a mi pecho
que mi pieza es la siguiente.


Amor devorado



De tanto jugar al gato y al ratón, dejaron marchar todos los trenes. No supieron comprender que el tiempo es un perro hambriento.

jueves, 27 de diciembre de 2007

Agricultura Epitelial



Hacia el sur de tu mapa
colonizan mis labios
temblores

Transparentes trigales
germinan beso a beso
sembrado

Sobre el terso
gemido
de la piel


Cuestión de colores



Que el señor gato lleve un esmoquin blanco cuando sube a lo alto de la valla, no es casualidad. Las ovejas escuchan mejor a alguien que viste su color. En el fondo, ellas saben que, bajo la tela impoluta, el pelaje del señor gato es negro, pero se sienten mejor así.

Con los años, el señor gato ha refinado tanto el arte del disfraz que hasta las palabras que salen de su boca parecen blancas. Las ovejas las comen con gusto. Están felices de vivir en la granja porque fuera, dice el señor gato, merodean los lobos, negros como la noche.

Menos mal que el señor gato cuenta con el impagable servicio de los halcones. Si tuviera que hacer ciertas faenas, no podría lucir su esmoquin blanco. Al menos, mientras la sangre siga siendo roja.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Abstractipicando la existícula




Estoy por apostar
que más vale un mundo que me invente,
que la vida no es excusa suficiente
para hacerle caso a mis sentidos.

Prefiero que esa mesa no sea mesa
por el simple gusto de matarle el nombre
y subirme a la listábula a soñar
por el simple gusto de matarle el uso.

Piedras de agua,
cántaros de aire,
las esquinas ocultas de una luna.
Sensateces de loco,
górgonas enamoradas,
blandos espejos que reflejan silencios.

Y así, haciendo miradas sordas a las cosas, deconstruyo cada día el día, negando la perfección monótona de la esfera que nos enseñaron a vivir.

Sólo una cosa me queda por irrealizar: el tacto de tu piel en las yemas de mis dedos. Aún no sé cómo.


La verdad está ahí adentro



Una noche, aquel borracho descubrió en el fondo de un vaso que debía seguir bebiendo para descubrir cosas en el fondo de los vasos hasta llegar a ser tan sabio que un día descubriese por qué las cosas están en el fondo de los vasos y no en la superficie, donde sería más fácil descubrirlas sin tener que malgastar tanta salud y dinero y amores rotos.

martes, 25 de diciembre de 2007

Irredento




Por detrás del aliento bífido del tiempo,
de la cotidiana molicie,
del metal mellado que atornilla el alma.


Por detrás del cadáver y su mueca,
de la luna agrietada,
del compás que se quiebra en cada intento.


Por detrás del esperpento,
del pétalo pútrido,
de las uñas rotas en la piedra.


Por detrás del cascabel partido,
del ojo y el cuchillo,
del gusano que hierve a fuego lento.


Ahí,
por detrás, aún y ahí,
late.

lunes, 24 de diciembre de 2007

¿Qué será, será...?




Alérgica a las dudas, la mujer enamorada estornudó violentamente y los pétalos volaron como esperanzas huidizas. Sólo uno aguantó. Se quedó mirándolo con la nariz colorada y cara de tonta, el pulgar y el índice dudosos de prenderlo mientras se decía:

—Me… ¿quiere?

Las golondrinas



Las golondrinas tejen primaveras
por costumbre.
Lo hacen en invierno,
cuando nadie piensa en ellas.


Presentación

Soy solera del 72, un año como otro cualquiera para aceptar el reto de vivir en este rincón peninsular llamado Galicia. Por mis venas literarias corre sangre narrativa, lo que se nota hasta cuando escribo lírica. Ciertos mandamientos rigen mi escritura:

- "No es tonto quien no sabe, sino quien no quiere aprender".

-"En el proceso de crear, crea sin más. Pero nunca te olvides que aquí no has acabado. A continuación, retoma tu texto, reléelo, púlelo, destrózalo si hace falta. Sólo cuando sientas que la belleza primaria del texto empieza a diluirse, detén tu cuchillo, retrocede un único paso y decide si tu trabajo es lo suficientemente bueno para no acabar en la papelera".

-"El poso del tiempo favorece la objetividad. Nunca publiques un texto el mismo día de escribirlo."

-"La gramática no es un enemigo".

-"Las críticas positivas son buenas para tu ego. Las negativas, para tu escritura".

-"La literatura es el arte de mostrar con la palabra la visión global del autor sobre el mundo y la humanidad. Un escritor monotemático es como un cantante de una sola canción: no interesa."

-"A escribir se aprende leyendo".


Y por ahora llega. Espero que disfrutéis de mis letras.

Besos castos a ellas, abrAzotes a ellos y, para todos, salu2...