viernes, 27 de junio de 2008

El filo cruel de la guadaña

'Amantes 110', Nicoletta Tomas Caravia
Mi esposa, mi amante, mi querida Julia. La enfermera abnegada de mis cuitas de paciente hosco. ¿Quién quiso tan pronto separarnos? ¿Y por qué así? Las almas que caminan ya por mundos diferentes cuando aún nuestros cuerpos permanecen juntos.

Deseaste ofrecerme tus delicias sin importarte que yo no fuese más que pellejo y tos. Dichoso fue el regalo de sentirte de nuevo, ángel mío: tus besos, tus caricias, tu sexo levantando lo que ya creía inútil. Por última vez pude saborear esos pechos de alabastro que el pudor marcaba en tu piel morena, gozar con tus artes amatorias aprendidas en todos nuestros encuentros anteriores. Me hiciste recordar momentos felices. Yo más joven y sano, tú siempre igual: preciosa... Como cuando te cogía en vilo y me atrapabas la cintura con las piernas, mi lengua buscando la tuya mientras con la mano me enfilabas hacia ti. Imágenes que quedarán grabadas en mi mente aun muriéndome cien veces. La Muerte... Esa maldita tramposa.

Te llevó con ella, amor. Tu cuerpo inerte sobre el mío y yo sin poder ni abrazarte.


4 comentarios:

INSOMNE dijo...

Pues como q te salio la vena de poeta y por cierto muy lindo lo q decis...o sea es un tema un poco recurrente pero por siempre hermoso la muerte del amado, de la amada o sus variantes...realmente muy bueno mucha condensacion en los sentimientos y con muy buen ritmo!!

Sergio P. Migoya dijo...

Gracias, Tomás. Los temas son todos recurrentes. Y no demasiados, si nos ponemos a mirar :)

Vintage dijo...

Hola Sergio, lo prometido es deuda, te estoy leyendo, mejor dicho espiándote, pq esto de los blogs se me figura espionaje.

MUy bonito lo que has escfto, triste pero bonito, me gusta mucho rodear cinturas como has escrito.

Sigo espiando
muakkkkkkkkkkkkkkkkkk

Sergio P. Migoya dijo...

Todo escritor es un exhibicionista, así que espiar a un exhibicionista tampoco tiene mucho mérito. Rodear cinturas con arte, eso sí que tiene mérito. :D