
La fiesta de despedida del XIV Congreso Mundial de Divinidades estaba en su apogeo. Mayahuel ofrecía el pulque que manaba en catarata de sus cuatrocientos pechos a todo aquel que quisiese arrimar la boca. Jesús y Dioniso mantenían inagotables las reservas de vino mientras Osiris hacía otro tanto con la cerveza. Ménades y bacantes se mezclaban con los Centzon Totchtli y algún que otro ángel borrachín en una apoteosis de alcohol y sexo.
Alá contemplaba el espectáculo sentado en un rincón. De vez en cuando, lanzaba una mirada de súplica a su profético ayudante.
—¡Ah! —se encogía entonces de hombros Mahoma—, pues no haberlo dicho.
2 comentarios:
pues para serte sincero no entendi bien el cuento jajaja... creo q esta vez fuiste como muy eliptico o algo asi...no lo tomes a mal por favor... la verdad q me gusta mucho lo q haces y te vote "para cuando el nobel". saludos
Pues con la duda te quedarás, jeje, que ni los chistes ni los cuentos es bueno explicarlos. Graciñas por pasar!
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