miércoles, 26 de diciembre de 2007

Abstractipicando la existícula




Estoy por apostar
que más vale un mundo que me invente,
que la vida no es excusa suficiente
para hacerle caso a mis sentidos.

Prefiero que esa mesa no sea mesa
por el simple gusto de matarle el nombre
y subirme a la listábula a soñar
por el simple gusto de matarle el uso.

Piedras de agua,
cántaros de aire,
las esquinas ocultas de una luna.
Sensateces de loco,
górgonas enamoradas,
blandos espejos que reflejan silencios.

Y así, haciendo miradas sordas a las cosas, deconstruyo cada día el día, negando la perfección monótona de la esfera que nos enseñaron a vivir.

Sólo una cosa me queda por irrealizar: el tacto de tu piel en las yemas de mis dedos. Aún no sé cómo.


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