lunes, 27 de octubre de 2008

Cuarto menguante



Ella escucha,
lanza los perros contra el silencio.
Vuelven sin rabo,
con la resignada humillación
de los héroes sin batalla.

Ella fuma,
desdibuja con los dedos
la procesión volátil,
las sombras de sus ojos
quisieran ser tan danzarinas.

Ella recuerda,
aun sabiendo que es más lo que ha olvidado.
Emborronada memoria,
pasado acribillado de tachones,
mal menor que la página en blanco.

Ella espera,
la esperanza hecha remiendos,
el corazón en punto muerto,
el nombre-hombre todavía entre los labios,
entregada al sosegado consuelo
de alimentar con posibles
alguna lágrima de secano.


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