"Close your eyes and click your heels together three times..."
The wonderful wizard of Oz (L. Frank Baum)
La niña miraba el suelo con gesto de aflicción, mientras su dedo índice se enroscaba nervioso en una de sus trenzas.
—Pero Dorothy, querida, ¿qué has hecho?
Tía Em y Tío Henry no daban crédito. Monos alados se elevaban en el cielo sin nubes de Kansas y frágiles vecinos del país de Porcelana China huían atemorizados de la juguetona presencia de Toto. Munchkins y Winkies hacían sonar sus cascabeles mientras correteaban de un lado a otro en un confuso oleaje de azules y amarillos, y hasta un Quadling gordinflón dormitaba bajo su sombrero rojo a la sombra de un álamo. El León lanzaba rugidos de valor para gran inquietud de Tía Em; las margaritas del jardín sucumbían una a una bajo las manos enamoradas del Leñador de Hojalata; Tío Henry empezaba a notar un desagradable dolor de cabeza ante las peroratas intelectualoides del Espantapájaros.
Dorothy, llena de culpabilidad, rompió en un llanto interminable que amenazaba con desteñir aún más los cuadros azules de su vestido. No sabía cómo explicar a sus tíos que, en medio del sopor de la siesta, y soñando con ver de nuevo a sus amigos, había entrechocado tres veces sin querer las punteras de los zapatos.
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