—Mañana vendré por ti —dijo la Muerte.
No sintió temor, tan sólo un enorme alivio. Estaba cansado.
Le dio tiempo a maldecir de nuevo aquella vez en que sus superiores le habían planteado el trabajo. Con la arrogancia de su juventud, quiso afrontar el reto seguro de su capacidad. Craso error. Su vida ha pasado en un intento vano de enmendar tamaño despropósito.
Tras su marcha llegará alguien que ocupe su lugar y, cuando vea la chapuza, mandará un informe al Consejo. Vendrán entonces los inspectores y sacarán a la luz cada una de sus fallas, de los parches, de las incompetencias. Su nombre quedará manchado para siempre. Debe actuar ahora y borrar todas las huellas.
Abre la mano y una nube gris y electrizada se forma sobre ella.
—Esta vez no habrá ningún Noé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario