Los pequeños compromisos huyeron en desbandada, escaparon de las páginas al galope sobre la grupa de fantásticas excusas. Sólo quedó, reinante, la enorme obligación del protagonista de salvar el mundo. La historia se volvió lineal, los personajes secundarios se diluyeron en su insignificancia, el lector... se aburrió. Lloremos: una novela acaba de morir.
El hombre abanderado
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En la vieja Europa (¿cuál será la nueva?), es tradición que se identifique
a la derecha conservadora con el color azul y a la izquierda progresista
con el...
Hace 14 años
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