miércoles, 28 de mayo de 2008

Divertimento

'Le Reveil', Christian Coigny
No lo puedo evitar. En realidad es un hábito, casi como un ritual.

Primero me desvisto lentamente frente al espejo. Procuro hacerlo de la forma más sensual posible, inventando nuevos gestos incitantes cada noche. Desnuda ya, me gusta mirar cómo mis manos recorren la imagen reflejada. Voy hasta la cama y me tiendo con modales gatunos, frotándome sobre las sábanas. No sé si por morbo, entonces pienso en Juan, mi casero (he de reconocer que me atraen así: maduritos de buen ver). Mientras deslizo una mano hacia el pubis, imagino que él también comienza a tocarse. Me vuelvo ególatra con mis primeros gemidos, rozo el clítoris en el vaivén de los dedos perdiéndoseme dentro y ya no tengo que simular la delicia. Concibo a Juan a mi lado, la mente hedonista me regala sus caricias y me revuelvo hambrienta en el colchón. Quererlo entonces sobre mí, su hierro abrasador llenándome y los espasmos van viniendo, cada vez más intensos, hasta que el orgasmo brutal me estremece. Desbocada por el éxtasis, giro para morder la almohada y ahogar el grito que me suele asomar en el goce extremo.

A veces, sigo otro rato, pero normalmente lo dejo ahí. Después ya no es lo mismo. A lo sumo, como travesura final, apago rápida la luz. Me divierte mucho ver el tenue haz atravesar la oscuridad del cuarto, antes de que a él le dé tiempo a tapar el agujero.

2 comentarios:

Sandra Sánchez dijo...

¡ qué bueno! me ha gustado mucho.

Lunazul dijo...

Hola cielo!

Te he dejado una cosita en mi blog, pásate cuando quieras :)

Besos!